Cristobal Fones SJ: «Hoy los jóvenes ponderan más elementos, son más maduros, pero les falta riesgo»

¿Puede un joven entrar al Noviciado sin saber lo que son los votos? Ese fue el caso de Cristobal Fones sj, quien abordó en una entrevista en Uruguay diversos aspectos de su historia. En esta conversación narró cómo ingresó a la Compañía de Jesús dispuesto a todo, incluso a dejar la música.

Hoy rememora con cariño esa inocencia y, si bien valora que los jóvenes actualmente ponderen más sus decisiones, afirma que «les falta riesgo».

Aquí, junto al video de esa parte de la entrevista,  te dejamos las mejores frases de Cristobal Fones en Uruguay.

Primeros pasos: Entré con una inocencia total a la Compañía, no tenía idea de en qué me estaba metiendo. Recuerdo que cuando ingresamos al noviciado, a la semana hay una etapa que se llama primera aprobación, después empezaron las clases y el maestro dice “mañana a las 9 de la mañana vamos a tener la primera clase de los votos”. Y yo pregunto “¿qué son los votos?”. Y todos me miran y me preguntan que cómo no voy a saber qué son los votos. “Pobreza, castidad y obediencia» me dicen…“aah bueno, será”. Yo estaba dispuesto a lo que fuera, yo ingresé a la Compañía para dar la vida, no fui a negociar nada y me hace mucha ilusión recordar esa inocencia porque siento que era muy de Dios.

Indiferencia ignaciana: Cuando postulé a la Compañía uno de los examinadores me preguntó “oye Cristobal, ¿tú estás dispuesto a renunciar a la música por ser jesuita y dejar tu grupo” y yo le dije “por supuesto que sí, no tengo ningún problema”. Y al día siguiente otro examinador me pregunta “¿tú estás dispuesto a defender tu talento y traerlo a la Compañía de Jesús?” y también le dije que sí, porque me sentía muy indiferente. Después aprendí que eso se llamaba indiferencia ignaciana, era un don de Dios.

La voluntad de Dios: Lo que me arrebataba el corazón era que quería regalarme por el amigo que había conocido que era Cristo y vivir lo más parecido a él. El mismo examinador ese que me decía que defendiera mi talento me dice “bueno, ¿qué pasa si la Compañía no lo acepta?” Y yo le dije “me daría mucha pena por los jesuitas, porque esta es la voluntad de Dios y yo creo que ellos quieren hacer la voluntad de Dios, así que espero que me acepten”. No tenía ninguna duda de que esto era el camino que el señor quería para mí.

Los riesgos: Yo veo ahora a los chicos y chicas que pondera tantos elementos, pros y contras, que lo encuentro muy interesante y muy maduro, pero también a veces les falta riesgo. A mí me sobraba esa parte del riesgo y arranqué con mucha ilusión a algo desconocido, pero confiado y creo que ese es el adjetivo principal a mi arranque como jesuita, la confianza en Dios.

La experiencia del noviciado: No tenía mayores expectativas del qué hacer, ni el qué quería estudiar, ni a qué me quería dedicar, simplemente confiar en Dios y así vivimos ese primer encuentro. La etapa del noviciado fue preciosa, aprendiendo todo de cero. A rezar, a mirar a las personas, a saber ser religioso, es un aprendizaje como súper cotidiano también y que se hace con otros. Tener compañeros fue muy importante.

La constante de Dios: Estoy lleno de nombres, rostros, personas. Lo que a mí me desarma de ternura y amor son las personas, eso es lo que a mí me gusta más que los temas, más que los cantos, son los seres humanos. Y por Dios que he estado con muchos seres humanos en todo este tiempo. De mil colores, formas y lenguas. Eso ha sido para mí fundamentalmente Dios en las personas. Eso diría que es lo fundamental. Ahora, hay algunos hitos, porque me he hecho más consciente de estar ante otros en algunos momentos.