DiásporaSJ: San Miguel – Cristian Igor SJ

Cristian Igor SJ desde San miguel nos cuenta cómo el Mes de la Solidaridad ha sido un tiempo especial, de reflexión e interpelación de la figura del Padre Hurtado.

No es casual escribir estas líneas al final de este mes. No porque quiera felicitar a todos los que “pasaron agosto”, sino porque el Mes de la Solidaridad es un tiempo muy especial para mí.

Agosto me confronta con la figura del P. Hurtado. Por una parte, su pensamiento social me interpela y, por otra, me recuerda los casi 15 años que estuve cerca de sus “patroncitos” en el Santuario y el Hogar de Cristo en Estación Central.

Este año, sin embargo, es la primera vez que paso esta fecha fuera de Chile. De hecho, acá no hay nada especial en su memoria, salvo la celebración de la misa del día cuyo evangelio correspondió a: “El verdadero Amor” (Mt 19, 3-12).

Este texto, que frecuentemente se usa para justificar la indisolubilidad del matrimonio, me provocó cuestionamiento interno y una mirada nueva frente a la realidad social. Así, pienso que cuando hay amor, la relación interpersonal genera unidad que puede llegar incluso a ser sólida y permanente, pero si este elemento falta viene rápidamente la ruptura y la división. La falta de afecto es igualmente causa de la indiferencia, que es más terrible aún para la convivencia (social). Me pregunto también por lo que hemos hecho o hacemos que nos separa (o divorcia) de nuestros hermanos, y que es opuesto al querer de Dios.

Mirando desde fuera, Chile se presenta como un lugar serio, estable, pujante y prometedor. Sin embargo, -sin negar lo anterior- soy capaz de reconocer los desafíos pendientes que tenemos, especialmente en temas sociales. Por ejemplo, frente a los casos de corrupción en el empresariado, la clase política y las FF.AA., nuestras actitudes frente a la situación migratoria, el problema con las pensiones de los jubilados, la escandalosa brecha social, entre otros.

Para mí una pista la encuentro en lo que decía el mismo P. Hurtado: “el pobre es Cristo”. Esta intuición está presente en los EE.EE. en el deseo de seguir a Cristo pobre y humilde. Esa “cercanía con los pobres” es confirmada también en nuestra última CG 36, que se plantea como amistad con los pobres para alcanzar “la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos” (Decreto 1, 15).

Desde el amor, con menos indiferencia y más solidaridad, especialmente con los más pobres, podremos educar(nos) en el compromiso y en el valor de la honestidad y la probidad; venceremos nuestro prejuicio sobre los extranjeros (¡acá yo soy uno de ellos!); seremos más justos con aquellos que más necesitan en su vejez; y construiremos un país donde haya menos pobreza, mayor equidad y justicia social.

Esta reflexión tuvimos con más de treinta jóvenes de los grupos de voluntariado “Padre Hurtado” y “Cura Brochero” el sábado 19 de agosto en la Parroquia Patriarca San José. Compartir esta experiencia fue mi forma de conmemorar a San Alberto Hurtado, intentando hacer vida ese amor verdadero, al que nos invita el evangelio en todo tiempo, persona y lugar.