Manifiesto de vocación: José Francisco Yuraszeck SJ

Soy el mayor de siete hermanos. Cuando miro mi infancia tengo el recuerdo de una familia que fue creciendo. Los primeros tres hermanos fuimos bien seguidos y los siguientes tres también. Entonces mi infancia fue la de una familia que crecía y fue mucho de estar con mis hermanos.

Recuerdo mucho la casa de cuando era chico. La dirección era Monte Alegre 1134 B y tenía una larga entrada en que jugábamos a la pelota. Viví ahí como hasta los 10 años y tengo recuerdos de cumpleaños, de una patota gigante que se juntaba en ese corredor, son recuerdos muy bonitos. También tengo la imagen de un asado al palo con mi abuelo paterno, al que alcancé a conocer poco, ese recuerdo me provoca profunda felicidad.

Estoy viendo The Rain. Es una serie danesa que trata de una lluvia que trae un virus, entonces si la tocas te mueres. Es una lucha de sobrevivencia de los que quedan. Otra que vi hace poquito y que recomiendo mucho es Katla, una serie islandesa que es sobre un volcán que hace erupción y descubren que a partir de eso empiezan a revivir muertos. Y los muertos que reviven tienen que ver con heridas y dolores inconclusos de los que están vivos, entonces vienen a ayudarlos a sanar sus heridas. Tiene un rollo muy profundo.

El día de su ordenacion

Recibí mucho apoyo cuando entré a la Compañía. Tenía distintos grupos de amigos, a los del colegio les generó cierta sorpresa, mientras que los de la universidad habían sido más parte del proceso entonces estaban más enterados. Pero en general todos apañaron mucho. Lo mismo con mis papás y mis hermanos. Ellos fueron testigos de un proceso de búsqueda, entonces tampoco les sorprendió mucho.

Terminé mis estudios de Ingeniería Civil siendo jesuita. Cuando congelé y terminé mis estudios para entrar al Noviciado me quedaba un semestre, el examen de grado y la memoria de título. Entonces mi abuela Cecilia, la mamá de mi mamá, me motivó a terminar la carrera. Era bien pragmática y me dijo “haga lo que quiera de su vida, fantástico que quiera ser sacerdote y jesuita, pero termine su carrera”. Fue la única que me dio ese consejo y yo lo seguí. A mi abuela la rebauticé como “Ñoñi” y luego todos la llamábamos así.  

Me mueve el tema de la ciudad. El cómo convivimos juntos en la ciudad y cómo se reconstruye el tejido social en la ciudad. Me mueve combatir la segregación, promover la integración, la asociatividad y la organización. Ese tema me moviliza mucho.

Soy hincha de la Universidad de Chile. Soy de ir al estadio, si no, por la tele y si no se puede entonces por la radio. Sufro o me alegro los lunes dependiendo de cómo nos vaya. El mejor lunes es cuando ganó la U y perdieron Colo Colo y la Católica.

Forrest Gump me marcó mucho cuando la vi. Yo le tengo miedo al desprecio, a la falta de respeto y creo que eso me enganchó con esa película. Porque en la película se burlan de él y va consiguiendo una cosa tras otra… no es que yo me sienta Forrest Gump, pero tocó una fibra. 

Trato de caminar mucho y andar en bicicleta. A veces estoy guatón y me gustaría ser más flaco, bajar la papada. De repente uno ve una foto y se ve más gordo. No me acomplejo, pero sí trato de estar más flaco.

El silencio es importante en mi oración. No siempre me resulta mucho, pero trato de hacer silencio delante de Dios porque cuando uno hace silencio aparecen muchas voces y espero o intento de buscar en esas voces la voz de Dios. 

Me gusta mucho la música. Me gusta tocar la guitarra y en general los instrumentos de cuerda. Toco bastante guitarra, el cuatro, el charango. Me encanta tocar con otros y lamentablemente ahora en la pandemia no se ha podido. Pero ahí donde puedo y donde voy trato de armar un grupito.  

En mi familia somos apatotados. Nos cuidamos mucho, nos llamamos, nos preocupamos y vamos ejerciendo un rol de reciprocidad en el cuidado que creo que es muy fructífero. Ya desde hace un tiempo la relación que tenemos entre todos los hermanos y también con mis papás es bastante adulta y nos sentamos a la mesa en un modo bien horizontal.