Manifiesto de Vocación: Pablo Barrios nsj

Viví 15 años en el campo. Generé un vínculo y hasta el día de hoy disfruto mucho trabajando con la tierra, con las plantas. Echo de menos el campo. Aquí en el Noviciado trabajo en el jardín, pero estoy limitado por el tiempo. Cuando puedo lo hago porque me descansa y me ayuda mucho.
Me ayuda mucho la música de Cristóbal Fones sj. Mis compañeros se ríen y me molestan, pero yo antes trabajaba en una parroquia y ahí teníamos un grupo en el que utilizábamos mucho sus canciones para rezar. Hay una, que se llama “volver a volar”, que ha sido fundamental en mi vocación.
Siempre tuve una inquietud por la justicia. En la época de la secundaria, en que se avecinaban decisiones importantes, yo estaba trabajando en el campo. Fue una época de esfuerzo porque tenía que trabajar y seguir con mis estudios. En ese tiempo veía mucha injusticia y eso me empezó a inquietar.
Hubo amigos que cuestionaron mi ingreso a la Compañía. Yo tenía una vida armada, mi carrera hecha y dos trabajos, entonces me preguntaban por qué no podía servir a Dios desde el lugar en el que estaba. Y yo siempre les respondía que sentía un llamado más profundo, un llamado a entregar cada minuto que me quedara al servicio del Reino. Una vez adentro, todos estuvieron contentos.
Entré a estudiar Derecho. Soy abogado, porque fue el camino que vi para trabajar por la justicia. Estudié en una universidad católica y ahí tuve los primeros contactos con Dios, pero recién a los 29 años sentí el llamado.
Un jesuita argentino fue clave en mi vida. Se llama Leonardo Nardín y somos muy amigos. Cada vez que voy a Argentina lo visito, mantenemos el contacto. No solamente me ayudó mucho a discernir mi vocación, sino que también se preocupó de acompañar a mi familia en el proceso de ingreso.
Mi llamado está vinculado a trabajar con los pobres. Vivimos en un mundo que sigue caminando mientras mucha gente va quedando desplazada. Y justamente eso es lo que más me motiva a estar aquí. Aquí tenemos la experiencia de ir a un comedor de gente de la calle y para mí es ahí donde se genera el encuentro con Dios.
Me gusta mucho ver Los Coristas. No soy un fanático del cine, pero esa película tiene un significado especial. Estuve un tiempo trabando como formador en un hogar de niños, entonces me recordaba sus historias, sus rostros, sobretodo de cómo llegaban al hogar. Lloro mucho con las películas.
La casa de mi madre es mi lugar en el mundo. Está en Concordia, Entre Ríos, cerca de donde pasa el río Uruguay. Me crie ahí y es muy significativo para mí. Cada vez que vuelvo me gusta caminar por el río, por el patio de mi casa, recorrer el jardín de mi madre. Es un lugar que habla mucho de mi historia, que me conecta con las raíces profundas.