Reflexiones y vivencias en torno a la castidad, por Benjamín Donoso SJ

Benjamín se animó a responder esta edición especial de la Entrevista de la Gente sobre el voto de castidad y la verdad es que vale la pena leer hasta la última palabra. Además, se dio el tiempo de divir las preguntas en cinco temas: Conceptos generales, Tensiones y dificultades, Castidad en la sociedad actual, Experiencias personales y Reflexiones ¡Compártela con tus conocidos!

CONCEPTOS GENERALES

@kathiabenedith: ¿Qué es para ti el voto de castidad?

@iosephcarisr: Realmente, ¿Qué es lo esencial de este voto?

El voto de castidad es el compromiso de vivir un amor abierto y concreto del Reino de Dios, al modo en que vivió Jesús. Los que vivimos este voto renunciamos a tener una pareja, una familia, unos bienes y proyectos propios para vivir completamente al servicio del pueblo y especialmente de los pobres y excluidos, que son los primeros para Jesús. Este voto implica renuncias, pero está basado en la promesa de que Dios dará lo que nos haga falta en el camino. Viene con esa compañía de Dios, ese aval.

El voto tiene su razón de ser en dos aspectos. Por un lado, lo disciplinar y práctico. Es una condición para la vida religiosa en la Iglesia, y para ser jesuita. La castidad permite estar libres de relaciones exclusivas para ser enviados a los lugares y comunidades donde nadie más llega o donde hay más necesidad. También la consagración nos hace posible vivir en comunidades apostólicas y dedicarlos muy intensamente a esa misión. Y por otro lado y aún más importante, tiene su razón de ser en la mística: cuando has sentido en carne propia que Dios te llama a una vida con él y como él en una vida apostólica totalmente entregada. Dios es quien da lo que necesitamos.

La castidad por el Reino es una opción no de amar menos, sino de amar más. La cultura actual ve muchas veces el ser casto como algo en negativo, o sea, una renuncia a algo que te deja vacío, sin pertenencia y sin algo esencial que es la expresión sexual del amor. Pero el amor es más amplio que la expresión sexual. Si creemos que Dios es Amor, que Dios Trinidad es Amor y que ese amor está presente en todo lo que existe, hombres y mujeres, comunidades y culturas, la naturaleza y el entorno construido, entonces nosotros aspiramos a vivir insertados en ese amor. ¿Por qué nos va a faltar amor? Es especialmente conmovedor cuando nuestro tiempo, capacidades, pasiones los dedicamos a estar con los que nadie quiere o puede estar, ofreciendo una cercanía ahí aunque sea de momento.

@leonardo_mondragon_rivera: ¿Por qué optar por la castidad?

Esta pregunta me hace evocar el año en que sentí que el Señor me llamaba, me quería para sí completamente, hace ya 20 años. Tuve muchas experiencias preciosas y tan plenas de servicio a los demás, de comunidad de amigos entrañables, de llamado a ir más allá de mis zonas de confort y de soltar lo propio para que mi vida fuera de entrega total. En ese contexto sentí que el Señor me daba todo de sí, su presencia y su gracia. Desde aquí entiendo que opté por la castidad: primero, porque Dios me conquistó y me prometió sacar lo mejor de mí para el bien del mundo. En este sentido, no fue solo un llamado a la castidad sino también un llamado al desprendimiento (pobreza), a la disponibilidad (obediencia) y al pertenecer a un grupo de compañeros (la Compañía) y al pueblo sencillo, donde era recibido y querido, y yo era un signo de esperanza. Esta fue la opción completa.

La castidad ha sido un don para mi vida que me ha permitido abrazar, podría decir con propiedad, el mundo entero. En este sentido, creo que la castidad – junto con la pobreza del desprendimiento y la obediencia de no seguir mi capricho y confiar en otro – me ha transformado en una persona libre, enriquecida, que hace mucho bien. Y esto no es solo para unos años de trabajo para luego tener la estabilidad económica o familiar, como muchos profesionales jóvenes aspiran a vivir. Esto es, en nuestro caso, una manera de vivir de joven, de adultos, de viejos, para siempre. Creo que esto es una de las consecuencias de nuestros votos religiosos, y en particular de la castidad.

TENSIONES Y DIFICULTADES

@bernarditaperez: ¿Es difícil llevar el tema de la abstinencia sexual?

En mi experiencia personal, hay tiempos en que la abstinencia sexual se hace más difícil y a veces no, es más llevadera sin grandes tensiones. Son períodos, que seguramente viven también otros, en pareja, o sin ella. Cuando me siento más solo, o atraído por alguien o ando más “caliente”, me ayuda pensar en las parejas que han hecho un compromiso de fidelidad y estabilidad, en el matrimonio y la vida familiar. Ellos también pasan por tiempos más secos en la relación, de necesidades, de crisis. Eso me hace sentido para, por ejemplo, no ir más allá cuando me siento atraído por alguien, porque tengo un compromiso con esta “esposa” que es Dios y el pueblo fiel, con quienes comparto mi vida y me he consagrado. Y me pasa que cuando vuelvo a mirar este tesoro que me ha sido dado, dejo de “andar llorando” por lo que no tengo y me concentro en lo que sí me ha sido dado: el amor recibido y entregado con muchas y muchos. Ahí me vuelvo a maravillar por esta vocación y toda la vida que produce en otros y en mí mismo. Y me da alegría y satisfacción.

@juandelgado1901: ¿Cómo se vive día a día si el cuerpo también siente?

El cuerpo siente, totalmente. Me ayuda mucho hacerme consciente de lo que siente mi cuerpo y por qué lo siente. Hay tiempos de mayor tensión personal, por ejemplo, cuando ando ansioso y algo frustrado en el trabajo, sumado a no estar descansando bien, no hacer deporte, cuando no estoy dedicando tiempos suficientes para mi oración, o no estoy hablando de lo que me pasa interiormente a mis compañeros, amigas y amigos. Todo eso influye en mi tensión sexual, porque ando más ansioso. Calmarme delante de Dios, reconocer lo que siento sin espiritualizar, mis necesidades y tristezas, eso me ayuda mucho. La mayor parte del tiempo recibo de vuelta, de parte de Jesús y de mis más cercanos, una escucha y cariño grande, que me ayuda mucho. Y con esto puedo volver a “ordenar” esos sentires, mis afectos, y retomar los distintos fines nobles y fructíferos en que estoy empeñando mi vida. Ahí mi vida se enrumba de nuevo y eso me vuelve a traer mucha libertad y alegría de servir. Si no lo hiciera, creo que mi cuerpo mandaría más de la cuenta y me desordenaría mucho, perdiéndome de esas finalidades vitales de las que no me quiero perder.

@jfdc_11: ¿Cómo lidias con la soledad?

La soledad es un tema grande en la vida religiosa. Pero no diría que es porque somos célibes, porque no tenemos pareja e hijos propios. Muchas veces he mordido la soledad en ambientes fríos de casas muy grandes, institucionales, impersonales en las que he vivido (algunas comunidades jesuitas son así, aunque hemos ido corrigiendo esto). También la lejanía de mi familia en tiempos de vivir en el extranjero, eso ha sido duro. Son los tiempos en que acostarse solo en una cama se hace difícil. En esos tiempos ha sido clave volver a la cercanía con los más queridos. En todos los lugares donde he estado he vivido de relaciones muy bonitas y afectuosas con quienes he compartido no solo el trabajo sino una estrecha la amistad, la fe y un sentido profundo de misión. Esto en la misión apostólica, pero también en la comunidad jesuita, con quienes cocinamos, compartimos, vemos las noticias, nos cuidamos. En esto me interpreta mucho lo que escribió Pedro Casaldáliga, un obispo enamorado del servicio a su pueblo: “Al final de tu vida me preguntarán: ¿has vivido, has amado? Y yo, sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres”.

Lo otro es que Jesús se me ha vuelto un compañero inseparable de vida. Desde hace años repito harto en la oración: “no permitas que me aparte de ti”. En un tiempo me ayudó lo que me aconsejaron mis papás de su experiencia de vida juntos: nunca dormirse con el otro sin reconciliarse. Yo hacía lo mismo con el Señor, conversar con El en las noches antes de dormir. Esta relación con Jesús me ha ido convirtiendo un poco en El, cuando voy donde están los excluidos, cuando no tengo miedo de ir a partes más estigmatizadas de la ciudad o conversar con gente que no es bien vista, o cuando me expongo en mis necesidades o penas con mis compañeros de comunidad, esto me hace convertirme más en Jesús, como lo que dice san Pablo: “ya no soy yo, es Cristo que vive en mí”. Esto me ha ayudado mucho para lidiar con la soledad. 

15.- @anahicruz.13: ¿Cómo vivir en plenitud la castidad frente a un mundo lleno de tentaciones?

La sociedad y la cultura en la que estamos inmersos está llena de tensiones y tentaciones. Estamos en un mundo super erotizado, recibiendo todo el tiempo estímulos afectivos y sexuales en las redes sociales, la web y la televisión. Ese bombardeo está buscando que nos entendamos solo como individuos, cada uno con necesidades personales y satisfacciones inmediatas de ellas. Está reforzando una respuesta impulsiva, y busquemos más esas pequeñas satisfacciones que nos ofrece, y consumamos más. Hoy no es bien visto tomar pausas para considerar las cosas, más bien debemos actuar rápido, evitar el miedo y el vacío y producir lo que se nos pide. Tenemos menos espacio para prestar atención al otro y lo que está viviendo, para saber lo que nos pasa internamente, para escuchar a la voz interior que es Dios, para actuar libremente desde nuestra conciencia (no para recibir un “like”).

En este sentido, creo que la castidad apunta a una actitud de vida que nos permite vivir en relaciones más libres y maduras, más concentradas en los amores más verdaderos y profundos, relaciones menos manipuladas y manipuladoras. 

El discernimiento sobre la sexualidad nos ayuda a reconocer las fortalezas y también amenazas de esta cultura en que vivimos. Discernir es estar atento a lo que nos pasa internamente, para distinguir lo que es conveniente de lo que no lo es. También distinguir entre muchas cosas buenas, lo que es lo mejor, y elegirlo. La sexualidad es un don de Dios muy bueno, una potencia para hacer el bien, para hacernos bien. El tema es que un amor mal entendido puede transformarse en posesivo, abusivo y excluyente. Para los consagrados, el discernimiento de la sexualidad se da en el marco del amor no exclusivo desde y hacia otros, siendo signo del Reino que vivió Jesús. Ahí está nuestra búsqueda. Para todos también, elegir una manera responsable y generosa de vivir una sexualidad con sentido y propósito. Ante la caída, el Señor ayuda a reestablecer el compromiso de vida y da la gracia para seguir adelante y cumplirlo.

CASTIDAD EN LA SOCIEDAD ACTUAL

@jobusta07: ¿Consideras que optar por este voto se ha vuelto distinto en el mundo actual?

@jobusta07: Desde tu experiencia, es mayor el desafío de ser castos hoy en día?

@cctoco: “Cómo vivirlo con plenitud de sentido en un mundo que poco valora la castidad y que tiende a exaltar la sexualidad… lo que dificulta esta vivencia

Estoy de acuerdo, la cultura en la que vivimos valora poco la castidad, los compromisos a largo plazo. Se valora mucho más la expresión espontánea del cuerpo, vivir el momento presente sin pensar en el futuro (porque todo lo tenemos controlado, incluso las consecuencias de la relación sexual que es el embarazo). Ha habido una revalorización del cuerpo y cómo porta nuestra personalidad. Esto ha sido positivo, pero también ha traído una pérdida de lo espiritual y de lo moral (la capacidad para tomar decisiones libres). Es un desafío grande trabajar esto segundo integrando los aspectos positivos de una cultura que ha valorizado lo sensual.

Por eso es que, probablemente, este voto es el menos entendido de los tres y, por lo tanto, el más cuestionado hoy. Las preguntas rondan en muchos, e incluso en nosotros mismos: ¿No se puede ser cura y casado, viviendo lo que a uno lo apasiona, pero teniendo una familia propia? ¿No le falta algo esencial a la vida si uno no tiene pareja ni hijos? ¿El no tener relaciones sexuales no es antinatural – porque el cuerpo lo pide y lo necesita?

Además de la erotización en la que vivimos que comentaba más arriba, otro desafío para la vida jesuita relacionado con la sexualidad es el patriarcado. Esto cuestiona, no solo política o socialmente sino también a nivel de la vida religiosa. Aunque compartimos con muchas personas durante el día en trabajos y vivimos entre puros hombres a nivel de casa. En el caso de los ordenados, el sacerdocio nos da poder, somos figuras públicas y somos demandados por esa razón. Esto agranda el ego y se puede volver caldo de cultivo para distorsiones.

Desde esa posición asimétrica de poder, combinado con otros factores de desequilibrio individuales y colectivos, se han dado los abusos sexuales y de conciencia que conocemos. Esto es devastador para las víctimas, y para nosotros ha sido muy humillante, nos ha remecido demasiado fuerte. Una cosa positiva que podemos sacar de esto es el cuidado que debemos tener, ejercer unos con otros en la Compañía. Hoy se habla de los roles de cuidado (de las personas dependientes y también de unos con otros) que deben ser ejercidos también por hombres. Como vida religiosa masculina tenemos una oportunidad para replantear y potenciar roles de cuidado con más seriedad, sacudiéndolo la carga voluntarista y todopoderosa (heteronormada) que muchas veces le ponemos a nuestra vida, y ocupándonos más entre los compañeros precisamente para servir con más coherencia y equilibrios. Si lo viviéramos más así, nuestra misma vida explicaría con más claridad qué es la castidad hoy y por qué puede ser apreciada como un valor para la sociedad. 

EXPERIENCIAS PERSONALES

10.- @brunolgambarotto: Voce ja se apaixonou por alguem depois do voto? Como lidou com essa situacao?

En estos años me he sentido atraído unas cuantas veces por mujeres que han despertado fuertemente mi deseo de estar en pareja, de necesidad de ternura e intimidad y de deseo sexual. Mi reacción ha sido tomar distancia cuando he podido hacerlo (pues a veces ha sido en contextos de misión, y uno no se puede mandar a cambiar así como así). Estas situaciones no han alcanzado a transformarse en una crisis porque no me he involucrado más allá. Me ha ayudado a pensar que la persona que me atrae es una idealización de lo que yo ando necesitado. Eso me ayuda a bajar mi fantasía y poner los pies en la tierra, conectándome con mi fragilidad y poniéndosela al Señor, que nuevamente, ha prometido estar ahí conmigo. Alguno podría decir que con esta actitud me estoy reprimiendo. No usaría esa palabra, sino más bien que estoy dejando eso que es bueno para concentrar mis energías en la vida que hoy llevo, que en su inmensa mayoría es de alegría y plenitud. Me he sentido con paz tiempo después de que han pasado estos períodos, agradecido por seguir sintiendo como hombre, valorando la humildad que me ha traído estas experiencias, y he seguido adelante.

REFLEXIONES SOBRE EL VOTO

@alvaro.m_s: “¿Cómo practicar la continencia real más allá de la oración y evitar ocasiones de pecado?

JOBUSTA07: “¿Qué consejo le darías a alguien que busca vivir esta virtud, qué te hubiera gustado que te dijeran?

Siendo sincero, no me gusta la palabra continencia. Tiene una carga como voluntarista y neurótica. No creo que la continencia sea una virtud en sí misma, como si fuera una anulación de la sexualidad porque ésta fuera mala. Ahora bien, la continencia puede tener sentido solo si está acompañada de un propósito de generar vida a otros. O sea, el sacrificio de algo muy importante para uno (como el ejercicio de la sexualidad) como signo de que Dios invita a una vida de entrega total por el Reino, como lo vivió Jesús.

Diría que la castidad es para amar más, no menos. No es para autocontrolarse. No recuerdo si a mí me lo dijeron expresamente, pero igual lo entendía así cuando entré al noviciado. La vida religiosa con el “pack votos” siempre la entendí no como castración o represión, sino como un estilo de vida para dar lo mejor de nosotros, para vivir el magis ignaciano. Toda opción real implica dejar cosas, pero para abrazar otras más intensamente y concentrar nuestra energía ahí. Si la vida jesuita hubiera sido distinto, como limitante o deprimente, creo que no hubiera seguido en esto.

@luismiguelmrtnz: “¿El voto implica tampoco masturbación?

La castidad es una de las maneras de vivir que hace posible la consagración de la vida de manera total para amar más. Incluye la renuncia al ejercicio de la genitalidad, en el entendido que la genitalidad es para realizar la vida plena de la pareja y del cuidado y amor hacia los hijos, que se vive plenamente en el matrimonio. En la vida célibe es equivalente, la masturbación no debe desviar de este propósito fundamental de dar vida.

Ahora bien, la masturbación también es parte de la sexualidad, de la vida. Es un espacio de contacto con el cuerpo, su energía y capacidad de dar. Muchas veces los hombres somos torpes en conectarnos con nuestro cuerpo y nuestras emociones y tal vez por eso la masturbación está presente. En este sentido, yo no lo condenaría. El tema es que no encierre en un mundo personal donde uno puede hacer en secreto lo que no haría en público. Esto sería algo de doble estándar, que desordena la vida y que distrae de lo que es más fructífero para uno y para otros. Todos nos podemos enredar con la sexualidad cuando es para la autosatisfacción. Incluso personas que tienen una vida sexual activa, también tener relaciones puede ser egocéntrico y que los deja vacíos y solos. En lo personal, cuando me enredo en esto y me pierdo del amor del Señor y del horizonte de mi vida, ahí me ayuda conversarlo con amigos y reordenar la vida. Con frecuencia pido perdón por eso en el sacramento de la confesión. Eso me ayuda mucho para reconocerme necesitado, comprendido, perdonado y animado a volver a retomar el camino.

@pedroporlascapitales: ¿Crees que el celibato es esencial en la castidad? ¿Es posible una castidad sin celibato?

@robledo4187: ¿Creen que la castidad debería ser obligatoria u opcional?

Gracias por traer la diferencia entre castidad y celibato. El célibe es quien renuncia a una relación de amor exclusivo para dedicarse por entero a la causa del Reino y su justicia, y es el modo en que vive su castidad. Pero la castidad también la viven los matrimonios cuando se prometen fidelidad el uno al otro, sin ser célibes. En este sentido, ellos viven su castidad como “consagración” en el proyecto familiar que implica felicidad, pero también muchas renuncias y sacrificios. Ese compromiso de vida para el amor y el servicio, dejando a un lado las relaciones interpersonales que no ayudan a ese proyecto, eso es la castidad.

Creo que, junto con tener un corazón de pastor, el celibato es algo distintivo de una vida consagrada y sacerdotal. Ahora bien, es cierto que hay muchas y muchos que tienen un corazón enorme para acompañar a otros y que están casados y tienen su propia familia. ¡Me admira cómo ejercen su maternidad/paternidad no solo con sus hijos sino con muchos otros! Creo que compartimos ese deseo de darnos, porque sabemos que mucho hemos recibido y queremos devolver. Yo siento que ejerzo también la paternidad con muchas y muchos, en contextos sociales y culturales tan distintos. Este es un enorme don que me da mucha satisfacción, y hacerlo como consagrado le agrega un sabor diferente. Esa es mi opción.

El sacerdocio podría ser también compatible con una vida de casado (no célibe), como lo tienen por ejemplo en la Iglesia Ortodoxa o también muchos diáconos y sus esposas que se entregan al servicio ministerial y de cuidado de la comunidad cristiana, no solo donde no pueden llegar sacerdotes católicos sino como una vocación ministerial ordenada que da testimonio del amor de Cristo por su Iglesia de manera especial en los casados. Yo creo que sí es posible y bueno. Eso sí, la vida familiar requiere cierta estabilidad y arraigo a un lugar, y eso es más difícil compatibilizarlo con una vida misionera o de disponibilidad inmediata para una misión en tierras lejanas o ministerios difíciles o de mucho riesgo, o la misma vida monástica. Para eso creo que siguen siendo importantes las y los religiosos célibes.

@alwayssj44: “¿Crees que este voto hace que haya menos jesuitas?

Me consta que ha habido muchos con deseos fuertes de ser jesuita, pero con dudas sobre si podrían llevar el costo de este voto en particular. Algunos entraron a la Compañía jugándosela por esta vida y han llevado bien esta vocación, por supuesto con altos y bajos, pero entregados con pasión en la misión y en coherencia de vida. Otros compañeros, después de varios años en la Compañía, se dieron cuenta que no podían vivir el voto con paz y tranquilidad y decidieron salir, con no poco dolor porque esta vocación los apasionaba mucho.

Pensándolo así, creo que es al revés de la pregunta, este voto ha ayudado a que haya los jesuitas que debemos estar. Creo que la vocación jesuita, por su naturaleza y exigencias de disponibilidad y movilidad para la misión, no es separable del voto de castidad. Creo también que esta vocación sigue siendo una opción viable para los jóvenes hoy si el Señor los quiere así, aunque actualmente haya dudas legítimas por el daño provocado por algunos compañeros y por un contexto más secularizado y materialista, y que desconfía de las instituciones. En mi caso, la vocación sigue vigente y la vivo con mucho gozo y gratitud. Creo que otros se pueden unir a estas filas, que hoy son más chicas en número, pero que sigue con el mismo propósito de servir con Jesús al Reino y su justicia con toda la vida.