José Manuel Cruz sj: «Estamos en una encrucijada histórica y los católicos no podemos tomar palco»
Durante el último año, José Manuel Cruz sj ha tomado un rol activo en los procesos políticos y sociales que vive nuestro país. En estos días previos al plebiscito ha dedicado gran parte de su tiempo a múltiples actividades vinculadas con el tema, ya sea como expositor o como oyente, pues está convencido que en la elección de este domingo está en juego el Chile de los próximos 50 años.
Desde esa convicción, llama a los católicos a no “tomar palco”, asegurando que “el cristiano siempre tiene un deber de compromiso político”. Asume que la redacción de una nueva Constitución conlleva riesgos y posibilidades de fracaso, pero también sabe que la única forma de que el proceso sea exitoso es esforzarse y trabajar en pos de ese objetivo.
Sobre los actos de violencia que hemos visto el último año, asegura que no basta con rechazarla y luego irse para la casa, sino que hay que combatirla trabajando por la paz, la justicia y la democracia.
Desde el estallido social has vivido muy intensamente todos los procesos sociales y políticos que han ocurrido en Chile, ¿Cómo has vivido estas semanas previas al plebiscito? ¿Con qué emociones encaras la elección del domingo?
Ha sido un tiempo súper intenso, he estado muy involucrado en el proceso, muy motivado, participando y tratando de colaborar en todo lo que pueda para que se informe y se derriben los mitos. Lo hago desde un punto de vista más jurídico, constitucional, pero también desde mi visión como religioso. Colaboro en talleres en los que podrían invitar a 10 mil abogados mucho mejores que yo, pero yo me siento llamado a participar también como jesuita, como religioso, como católico.
¿Y cómo lo vives internamente? ¿Cuáles son tus expectativas?
Yo sé que hay muchas razones para temer, para preocuparse o creer que esto va a fracasar, pero yo no puedo dejarme llevar por esas razones. En mí es más fuerte la esperanza, pero la esperanza no es ingenuidad, no es ser bobo, no es creer que esto va a salir bien porque sí. Es creer desde la fe que hay elementos para decir que acá hay un camino que es justo, que es necesario partiendo del contexto en que estamos. Porque muchos dicen que a partir de este proceso se puede generar una crisis, pero lo cierto es que… ¡ya estamos en una crisis muy grave! El proceso constituyente es un medio pacífico para salir de esas crisis. Con muchos riesgos, con muchas limitaciones, con posibilidades de fracaso, pero como en cualquier proceso democrático. El tema es que no podemos quedarnos en el miedo. Yo prefiero apostar por esto, en el sentido de apoyar y trabajar para que esto resulte por el bien del país.
¿Qué es lo que está en juego el domingo? ¿Por qué es importante participar?
Está en juego el país de los próximos 50 años. Hay visiones más negativas, que dicen que esto terminará en “Chilezuela” o visiones que se centran en la violencia. Yo no comparto esa visiones porque anulan el aporte y el trabajo que todos tenemos que hacer. Es caer en una profecía auto-cumplida, en la que piensas que todo va a fracasar y te quedas mirando desde el balcón como eso ocurre. Eso no puede pasar. Que esto sea exitoso o sea un desastre depende de cuánto trabajemos por eso. Aquí se juega decidir qué tipo de país queremos construir, por primera vez de manera democrática, libre y participativa. Aquí no nos jugamos redactar un documento, la Constitución no es un puro documento. La constitución es el acuerdo de la sociedad sobre los principios y bien que quiere defender esa sociedad. Yo espero que de este proceso salga una buena Constitución, no solo una nueva Constitución. Y que además perdure muchos años.
En la conmemoración del 18 de octubre, el domingo pasado, los focos se pusieron en los actos de violencia, como la iglesia que fue quemada, ¿qué te generan esas situaciones? ¿qué lugar ocupan estos hechos en todo lo que está pasando?
Primero, no hay que ser especialmente agudo para darse cuenta de que en Chile hemos tenido episodios graves y serios de violencia en el último año. Eso es un hecho. Y podríamos discutir largamente sobre el origen, el significado y los tipos de violencia, pero yo me quedo con otra cosa. A veces tenemos una visión muy limitada que se queda en rechazar la violencia “venga de donde venga”, pero eso es totalmente insuficiente y, por lo demás, muy obvio. O sea, rechazamos la violencia y nos vamos para la casa. Lo que hay que hacer es trabajar en el sentido contrario de la violencia, que es la paz, la justicia, la democracia, la política, el diálogo. Esos son los derechos que tenemos que promover y no solo a nivel teórico, sino que tenemos que vivirlo, desarrollarlo, esforzarnos y trabajar por eso. Y para mí, un ejemplo concreto, con todos sus límites y riesgos, es el proceso constituyente.
¿Qué le dirías a aquellos que dicen que el proceso constituyente es ilegítimo porque ha surgido de la violencia?
A ver, si uno ve cuál fue el contexto en que se originó todo esto, por supuesto que fue un contexto de violencia. No fue que todos nos tomamos de las manos e hicimos una ronda en plaza Dignidad. Fueron los saltos de torniquete, las destrucciones de las estaciones del metro, los balazos de carabineros. Por supuesto que hay violencia, es una ingenuidad negar eso. Ahora, tú ante eso tienes la alternativa de quedarte inmóvil y decir «no, la violencia es mala entonces no podemos hacer nada más» o ponerte a trabajar precisamente respecto de las causas que motivan esa violencia. Y en ese sentido el proceso constituyente es una respuesta pacífica a la violencia. Usar un mecanismo institucional, democrático, conforme a reglas que son claras y que están definidas, con el fin de a avanzar hacia un país más justo, eso es decirle a la violencia que no solo la rechazo, sino que yo la combato. La violencia no solo hay que rechazarla, hay que combatirla. El proceso constituyente no es solo una consecuencia de la violencia, sino que es una respuesta a la violencia y eso claramente le da un valor distinto.
¿Los católicos estamos llamados a participar activamente de procesos como este?
Por supuesto que sí, esta es una encrucijada histórica y los católicos no podemos tomar palco. Es un momento en que hay que tomar posición, en que hay que luchar por la paz. Pero no solo por la paz, sino que por la justicia. Siempre el cristiano tiene un deber de compromiso político y en los momentos de crisis ese compromiso se redobla, se refuerza, es más exigente. Y no es puramente ideológico. Cuando se habla de compromiso cristiano, se habla de un compromiso que surge del evangelio y de los valores del Reino para ir en seguimiento de Jesucristo. La pregunta del Padre Hurtado sobre qué haría Cristo en mi lugar sigue vigente. En esta realidad en que hay crisis, en que hay violencia, en que nadie cree en los políticos, en que nadie cree en la iglesia, ¿nos quedamos mirando como todo se desmorona o tenemos esperanza? Vivirlo desde la fe nos aporta esperanza, entonces preocupémonos de transmitir esa esperanza.
Hace un año nos dijiste que te molestaba cuando se separaba la fe de la vida, ¿te sigue pasando que hay quienes ven con extrañeza que un religioso esté tan inmerso en estos temas?
Mira, la verdad es que no tanto, porque a estas alturas me han llegado muchas invitaciones para hablar y participar. Yo sí mantengo esa convicción que para mí es muy profunda, que es que la fe no es un asunto de santuario, no es un asunto de misa dominical, sin negar el valor que tiene todo eso y que yo lo vivo cotidianamente. La fe es la vida misma, es el vínculo con Dios en toda tu vida, no solamente en la dimensión espiritual. Esa es una visión muy reduccionista, que a mí no me parece correcta ni conforme con el evangelio, ni con el cristianismo, que es vivir en el mundo desde los valores del evangelio, sabiendo que la convicción fundamental no es un conjunto de ideas, sino que es Jesucristo. No es creer en un listado de cosas. El cristianismo es seguir a Jesucristo, eso es lo más importante y de ahí viene todo lo demás. Si uno tiene claro ese principio que es el seguimiento de Jesucristo, eso compromete, empapa toda tu vida y no una parcela o un aspecto separado de tu existencia.
¿Hay libertad, dentro de la Compañía de Jesús, para expresarse políticamente?
Yo creo que sí hay libertad. Nunca me he sentido cohibido, ni coartado, ni censurado. Se respeta la libertad de pensamiento y de opinión. Yo en mis redes sociales, en mis actividades, digo muy abiertamente qué es lo que pienso, pero sabiendo que no estoy formando un partido político, que no me interesa tener votantes ni conseguir seguidores, sino que es consecuencia de un compromiso que es ante todo cristiano. Ahora, siempre queda margen para seguir trabajando en esto, para ampliar nuestras perspectivas. Ni la Compañía ni nadie puede ser un obstáculo cuando hay un auténtico llamado de Dios, entonces tiene que haber una acogida transversal hacia la diversidad no solo política, sino que a todo tipo de diversidad.