Daniel Acevedo: «Me voy con la idea de mostrar a más jóvenes que Dios se hace presente en la naturaleza»
Quizás puede ser un poco repetitivo pero la pandemia ha afectado en todos los aspectos de nuestras vidas, y la fe no puede quedar fuera de esto. Durante todo el año 2020, por la pandemia, toda nuestra vida comunitaria y de fe se vio reducida a las reuniones o seguimientos que se llevaron a cabo de forma telemática, lo cual ha repercutido en un cansancio increíble para todos los participantes de las diferentes comunidades.
Aún estando en pandemia (fase 2 en Arica), esta experiencia de ejercicios espirituales, fue una reconexión con Dios, sirvió para salirse de la estructura que llevamos durante el 2020. Creo que lo que más marca este encuentro fue el compartir fraterno que se pudo generar con todas las personas que asistieron. Los ejercicios me dieron un “respiro espiritual”, pero también me motivaron a hacer cosas por nuestras comunidades. Me voy con la idea de querer mostrar a más jóvenes de nuestra Diócesis que Dios se hace presente también en la naturaleza. Sin duda levantarte en la mañana para hacer oración en este pueblito de Belén marca nuestra vida de fe porque salimos de nuestro estado de confort para el encuentro con Dios, dejando nuestras comodidades que podemos tener en nuestra casa.
Antes
había participado en otros ejercicios y había encontrado que la experiencia te ayuda
en el crecer personal y espiritualmente. Es por esto que decidí participar en
la experiencia de ejercicios espirituales que se realizarían en el poblado de
Belén. Siento que también, los
ejercicios espirituales, sirvieron para dar un “cierre” a la comunidad que se
generó por la labor pastoral de Javier Hernández, donde nos reunimos cada dos
semanas para tener encuentros comunitarios.
El
rol de los acompañantes en estos ejercicios espirituales, fue de mucha
importancia, ya que estuvieron atentos a cada interrogante que se pudieran
presentar. Además, ellos nos ayudaron en todo momento, con nuestros procesos de
oración personal que se llevaron a cabo durante todos los días.
Solo
queda agradecer a Dios por esta experiencia que nos ayuda a reencontrarnos con
él y que también nos da energía para seguir en nuestra labor pastoral para este
año que recién comienza. Espero de todo corazón que esta experiencia se vuelva
a repetir más adelante para seguir creciendo. Estos ejercicios espirituales me
recuerdan mucho a un pasaje bíblico del profeta Oseas, en el cual dice: Joven,
te llevaré al desierto y te hablaré al corazón, porque realmente Dios nos llevó
a un lugar muy lejano para poder hacer oración y estar en comunión con él.