«El camino agradecido» – Testimonio de Pablo Poblete sj
El proceso de discernimiento previo a mi entrada a la Compañía estuvo lleno de preguntas, miedos e inseguridades. Yo era un joven de 19 años, que había vivido toda su vida en Santiago y que tenía seguridades por todos lados: había entrado a estudiar Ingeniería Comercial en una de las mejores universidades de Santiago, tenía a una familia que me apoyaba incondicionalmente, tenía buenos amigos y amigas, y tenía privilegios que muchos otros no tenían por la condición socioeconómica de mi familia. Todo esto me hizo preguntarme en esos años: ¿qué será lo que Dios quería que hiciese con todo el bien recibido en mi vida?
Estando en la Universidad, en un tiempo de búsquedas por encontrar el sentido de mi vida y en medio de las preguntas por la carrera elegida, comencé a preguntarme por cuál era la mejor manera de agradecer tanto bien recibido en mi vida y cómo podía devolverle a la vida todo lo que Dios me había regalado en mi historia. Para hacerme esta pregunta fueron claves 3 experiencias: mi comunidad de CVX Joven, con quienes comencé a compartir estas búsquedas; la vida espiritual compartida con mi acompañante de este proceso de búsquedas (Pablo Walker s.j.) y el contacto cercano con los más empobrecidos presentes en los niños y jóvenes de la población Los Nogales, en Estación Central, en Santiago.
Estos 3 medios: comunidad, vida espiritual y apostolado, fueron claves para hacerme consciente que el Señor me llamaba a hacer un giro radical en mi vida. Sin embargo, como les compartía al comienzo, yo estaba lleno de preguntas, miedos e inseguridades de un joven de 19 años: ¿será que tendré realmente vocación para perseverar en esta vida?, ¿cómo irá a reaccionar mi entorno más cercano?, ¿no será mejor primero terminar mi carrera?, ¿tendré la capacidad para responder a este llamado?
Lo que finalmente me llevó a dar el paso definitivo fue la experiencia de los Ejercicios Espirituales vividos intensamente en dos momentos del año previo a mi entrada, en Semana Santa y para las vacaciones de Fiestas Patrias en septiembre. En ellos pude experimentar que el Señor me decía que todo lo que había recibido en mi vida era para el servicio de otros, que ninguno de los privilegios que yo había vivido hasta ese entonces tenían sentido si yo no los compartía con los demás. También recibí la confirmación que, sea lo que sea que me deparara el futuro, yo quería hacerlo con Dios a mi lado.
Fue así como comencé a entregarme cada vez más en el servicio apostólico que yo prestaba en la escuela Borja Echeverría de Estación Central, en donde caí en la cuenta que, más que las cosas que yo podía entregar materialmente, lo que más se valoraba de mí en ese lugar era mi presencia y capacidad de escucha y consejo. Esto me hizo cuestionar profundamente la carrera que yo estaba estudiando y comencé a ver mi realidad con nuevos ojos. Sin darme cuenta había logrado llegar a la respuesta a la pregunta de qué es lo que quería hacer con mi vida: “seguir a Jesús para amar y servir a quién Él me presentara en la vida”. Desde aquel entonces Jesús y su proyecto me enamoraron y siempre he buscado cómo servirlo a Él en las realidades que me ha tocado vivir en cada etapa de mi vida.