Ignacio de Loyola y sus compañeros: una identidad en plural
EN LAS VANIDADES DEL MUNDO
“Yo era un joven un tanto alocado y ciertamente muy consciente de los privilegios que me otorgaba condición de hidalgo. Me dediqué a la buena vida: cacerías, torneos, aventuras galantes. Yo sentía que el honor de cumplirle a mi rey y serle fiel hasta el final era lo más importante. Soñaba con una mujer y quería hacer grandes cosas por ella. Creo que ella no lo sabía porque era una mujer de muy alta alcurnia, pero yo hacía locuras para llamar su atención”.
San Ignacio de Loyola
“Yo era muy indisciplinado, buen alumno pero muy indisciplinado, y me echaban de los colegios pero mi mamá me decía que si me echaban por disciplina no importaba.”
Josse van der Rest SJ
DERRIBADO EN COMBATE
Todos querían rendirse en la lucha, menos yo. Hasta que una bala de cañón me rompió una pierna y me dejó maltrecha la otra. Quiso Dios que no muriera. Como se me hacían largos los días de convalecencia pedí a mi cuñada Magdalena algunos libros que me distrajeran. No encontró en casa otros que la vida de Cristo y vidas de los santos. Con gran sorpresa vi que los libros comenzaban a gustarme. Me fui sintiendo cada vez más identificado con estos santos y con su pasión por la vida. Comencé a preguntarme ¿por qué no podría ser yo mismo tan héroe como ellos? Sentía que mi vida comenzaba a tener sentido, mientras que cuando tenía pensamientos vanos me sentía demasiado común, igual a los demás”.
San Ignacio de Loyola
“Tener un mes de obligación de estar en cama, y eso me obligó tomarme un tiempo de parar y de empezar a considerar las cosas de un modo distinto. Porque me obligó a pensar qué quería hacer con mi vida, de qué forma quería vivir la vida”.
Pablo Kramm SJ
“Pero también la enfermedad de mi papá me obligó a preguntarme mucho sobre el sentido de la vida. Verlo morir, verlo agonizar, más allá de la pena de la partida, también fue un llamado tremendo para mí a decir qué quiero ser, quién quiero ser en la vida”.
Cristóbal Fones SJ
“Ahí conocí al padre Hurtado, conocí también a Jesús, me dio vuelta la vida totalmente. Fue una transformación total en mí. Cuando salí de ahí me dije yo quiero ser también jesuita. Así fue no más”.
Gonzalo Arroyo SJ
MOVIDO POR DIVERSOS ESPÍRITUS
“Sentí el deseo de dejarlo todo por Dios. Decidí dejar de vivir como un noble, protegido por mi posición social y mi dinero. Me convertí en un peregrino desconocido que ocultaba a todos su identidad. Me aboqué como un loco a la oración. Fui ahondando en los diversos espíritus que me movían. Así como había pensamientos que me llenaban de paz y que venían del Buen Espíritu, también había otros que me confundían y me hacían equivocarme, el Mal Espíritu”.
San Ignacio de Loyola
“Empecé a reconocer que al vivir desde una entrega que venía desde mi relación personal con el Señor, yo quedaba mucho más abierto, más lleno, más feliz, pero al mismo tiempo con una necesidad de seguir viviendo desde ahí”.
Gabriel Roblero SJ
“Me sentía súper libre, lo que quería era entregar mi vida y consagrarla, dispuesto a todo”.
Cristóbal Fones SJ
“Recuerdo que me pasó la oración de San Ignacio un día, “tomad Señor y recibid”. Y esa oración me tocó, me caló hondo. Como decir “esto es lo que ando buscando”, desde aquí yo puedo realizar estos deseos, estos sueños que tengo en el corazón”.
Pablo Peña SJ
FORMACIÓN PARA SALVAR ÁNIMAS
“Yo me daba cuenta de que hacía mucho bien a las personas que trataba, especialmente cuando los invitaba a hacer los ejercicios espirituales. Pero con mi nula formación teológica, me podían confundir con alguno de los muchos falsos predicadores que abundaban en ese tiempo. Entonces decidí que debía tener la mejor formación. A mis treinta y tres años comencé a estudiar Gramática y Latín con los niños, lo que me ayudó mucho en el futuro y fue una gran lección de humildad.
Conseguí una beca para viajar a Paris, donde estaba la mejor universidad y eran un poco más abiertos en las ideas. Siete años pasé en esa ciudad, estudiando en La Sorbona.
Vivíamos muy sencillamente, estudiando y sirviendo en los hospitales, hablándole de Dios a la gente y dedicándonos primero como estudiantes y luego como sacerdotes a la salvación de las almas”.
San Ignacio de Loyola
“Dos años de Noviciado, entregarse al Señor, reafirmar la vocación, después los años de Juniorado, había una formación humanista, el latín, el griego. Uno iba llevando todo eso bien entregado al Señor y diciendo “a lo que venga”.
Emilio Vergara SJ
“Yo siento que la música ha sido, y espero que siga siendo, una herramienta en mi misión apostólica en Chile, cualquiera sea el trabajo que yo tenga”
Cristóbal Fones SJ
COMPAÑEROS DE JESÚS
“Mientras Roma dormía, pasaba largas horas mirando el cielo. Dios me había dado el don de reconocerlo en todo y en todos. Esa era la marca que deseaba para todos los jesuitas futuros. Que fueran pobres y libres, que encontraran y sirvieran a Dios en todas las circunstancias de la vida, pero especialmente atendiendo a los más necesitados, porque ésa era la mayor gloria de Dios”.
San Ignacio de Loyola
“Aquí yo lloro cuatro veces al día, porque la gente pobre me enseña la religión de Jesucristo. Ellos me hacen llorar todos los días, después de cincuenta años. Porque yo veo algo de la cara de Dios que no conozco, en ellos. Pero conozco todos los días algo nuevo. Este es el gran gusto que uno tiene de trabajar con los preferidos de Dios, que son bien fregados y bien insoportables, pero son la cara de Dios en la tierra. Así es”.
Josse van der Rest SJ
“Y descubrí que la santidad no se juega tanto en ser una persona virtuosa o en cómo soy yo, sino en cómo participo de una misión que va mucho más allá que yo. Y que eso es lo que tiene que ocupar mi mente y mi corazón. Son las penas y las vidas de otros las que le van dando sentido a mi vida”.
Cristóbal Fones SJ
“Me di cuenta que se puede ser jesuita, entregarle la vida a Dios y amarlo revolviendo una olla, dando una cátedra en la universidad, acompañando gente, construyendo mediaguas, “perdiéndose” con los mapuches, misionando en África, rezando por la Compañía. Es decir, todo lo que yo hago como jesuita me ayuda a buscar, a encontrar y amar a Dios en eso. No hay consagración más perfecta que la otra, no hay un modo de amar mayor que el otro.
Y eso es lo que yo quiero hacer como hermano jesuita: intentar mostrar en lo poco que pueda ser o hacer en el día, que ese Dios existe”.
Pablo Kramm SJ
“Y agradecerle a Dios que me haya dado esto, que haya sido yo elegido para una misión bonita”.
Emilio Vergara SJ
“Una de las cosas que he experimentado en estos últimos años cada vez con más fuerza es esto de ser don: me siento don de Dios, me siento a mí mismo como regalo de Dios. Y por lo mismo, esto no es para mí, es para otro. La vida no es para que yo la conserve, no es para que yo me perfeccione, no es para que me miren y digan “qué impresionante esta persona” ni mucho menos, sino que es para que a través de mi vida, se transparente la vida de Dios”.
Pablo Peña SJ
“Al mirar estos 500 años de historia de la Compañía de Jesús tengo muchos sentimientos. Veo a miles de hombres que han entregado su vida y la siguen entregando al servicio de los demás, para salvar ánimas, como decíamos en mi tiempo. Veo tropiezos y errores, fragilidad y debilidad para confrontar al Mal Espíritu. Pero también veo generosidad, valentía, capacidad de lucha y por sobre todo, veo un gran amor a Dios.
Esa entrega de mis hermanos jesuitas, que se sigue manteniendo hasta los tiempos actuales, me hace sentir profundamente consolado.
Desde la casa del Padre encomiendo a mis hermanos para que continúen en la misión”.