Pobreza, obediencia y castidad en la Compañía de Jesús
Una vez culminado el noviciado, el jesuita pide formalmente a la Compañía pronunciar los votos de consagración religiosa. Éstos consisten en una promesa formal de pobreza, obediencia y castidad perpetua.
“Los votos en la Compañía de Jesús tienen una naturaleza apostólica. Los votos son, por una parte, expresión del seguimiento de Cristo pobre, virgen y obediente; y por otra, repudio profético de los ídolos del mundo (dinero, placer, fama y poder). Además se recoge el aspecto testimonial de los votos que tiene que ser visible y eficaz, y por último, el sentido escatológico de los mismos como anticipación del Reino de Dios. Otro elemento importante de los votos es que su meta es la libertad de corazón. Se trata de renunciar para ser libres en un triple sentido: pobres para compartir, castos para ser de todos y obedientes para responder a la llamada de Cristo.”
Fuente: Diccionario de Espiritualidad Ignaciana
Votos del bienio y últimos votos
Los votos se entienden como parte del proceso de incorporación definitiva a la Compañía. Los primeros votos se llaman “votos del bienio”, aludiendo a los dos años de noviciado, pues se realizan una vez finalizado éste. Estos votos son perpetuos. Sin embargo, cuando un jesuita termina toda su formación, y hacer la Tercera Probación, vuelve a hacer los votos de probreza, obediencia y castidad y es recibido por la Compañía definitivamente ya como un jesuita formado.
Voto de obediencia al Papa
En la Compañía de Jesús, es característico que en la profesión de los últimos votos se añada un cuarto voto de obediencia al Papa, el cual se conoce como “voto de especial obediencia al Romano Pontífice acerca de las misiones”. Éste es considerado como una nota característica de la vocación jesuita de hacerse disponibles para acudir a lugares y situaciones de mayor necesidad en la Iglesia.
Fórmula de los Votos del Bienio
Éste es el texto de los votos del bienio, que todos los jesuitas profesan una vez concluido el noviciado.
“Dios todopoderoso y eterno,
yo, aunque indigno de presentarme ante ti,
confiado en tu amor infinito e impulsado por el deseo de servirte,
en presencia de María la Virgen y de nuestros hermanos los Santos,
te prometo con voto,
pobreza, castidad y obediencia perpetuas en la Compañía de Jesús.Y prometo entrar en la misma Compañía
para vivir en ella perpetuamente,
entendiendo todo esto según las Constituciones de la Compañía.Te pido con humildad, por la sangre de Jesucristo,
que te dignes acoger con agrado este sacrificio;
y como me has ayudado a desearlo y ofrecértelo,
ayúdame a cumplirlo con la abundancia de tu gracia”.