Reinaldo Espinoza: «Los Ejercicios espirituales me permitieron encontrarme con ese Dios que es naturaleza»
En agosto del año pasado, la comunidad SJ de Arica le ofreció a un grupo de jóvenes de la diócesis una experiencia comunitaria virtual de formación y reforzamiento en el contexto de la pandemia.
El grupo fue integrado por 20 jóvenes que estaban en la órbita de la comunidad y que habían participado en alguna instancia de la Compañía, ya sea en Ejercicios o en otras actividades.
La instancia final de esta propuesta fueron los Ejercicios Espirituales en Belén, una localidad ubicada al interior de Arica. Y Reinaldo Espinoza, uno de los jóvenes que participó de esta experiencia, quiso compartir con nosotros lo que pudo recoger de estos ejercicios.
Este año 2021 se realizaron ejercicios espirituales en el poblado de Belén (al interior de la cuidad de Arica) con formato de silencio total, fue una grata experiencia de 3 días dentro de la localidad, dónde nos encontramos con un paisaje muy hermoso, un lugar que la tranquilidad se encontraba en cada rincón, en cada árbol, en cada pasaje y en cada camino, un lugar perfecto para encontrarse con el espíritu y olvidar todo lo que hemos pasado por la pandemia, desacelerar el rápido vivir que tenemos, olvidar un poco la tecnología con todo lo que ello conecta y a su vez nos hace dejar de lado el encuentro propio. Estos ejercicios en lo personal, me ayudaron bastante a realizar una “retroalimentación” de mi mismo, de todo lo que he vivido desde 2019 hasta la fecha, reencontrarme con ese Dios que es naturaleza, que es el aire puro que respiramos, el atardecer que vemos cada día, cada flor, árbol y planta que me encontraba durante el día. En lo espiritual, hacía mucha falta reencontrarse con el espíritu, detenerse un momento para escuchar que nos tiene que decir, que nos quiere enseñar y que nos quiere mostrar, un momento como dije anteriormente, reencontrarse con ese Dios que te escucha, consuela, aconseja, abraza, pone el hombro para que te desahogues de todo lo malo, que te ayuda a cortar esa “maleza” que tenemos en nuestro jardín, para lograr ver lo hermosa que es la vida, lo maravilloso que es el regalo que el nos entrega que es la familia, los amigos, la naturaleza, entre otras cosas; y en especial, observar el amor de Dios hacía nosotros que inmenso, infinito, que nos rodea como el aire respiramos, que nos abriga como el sol que nos ilumina cada día, que es cálido como el abrazo sincero de un ser amado, que es alegre como el compartir con los amigos y que “cree que en ti, más que tú mismo”.
Vivir ejercicios espirituales es una experiencia que se debe vivir como ignaciano, quizás no necesariamente siendo ignaciano, sino, siendo “hombre, mujer, persona” en busca respuestas que no puede responder, el consuelo que cree no tener, encontrar ese algo que muchas veces se piensa perdido pero que está a nuestro lado.
Reinaldo Espinoza Morales, Arica.