Tomás Browne sj: “Ser jesuita es estar abierto a lo que Dios te va poniendo por delante”

Tomás Brown sj, jesuita de 31 años que hoy se desempeña como promotor vocacional de la Compañía de Jesús en Chile, se atrevió a participar de la Entrevista de la Gente, en la que nuestros seguidores de Instagram envían sus preguntas e inquietudes.

Y Tomás respondió sin tapujos. Su mayor renuncia, cómo vive su afectividad y lo más difícil de ser jesuita es solo parte de lo que respondió en esta entrevista. También se sumergió en los años previos a entrar a la Compañía, tiempo en que fue descubriendo que este era el camino que quería para su vida. ¡Y hasta se dio el gusto de hacerle algunas preguntas a San Ignacio!

@pabloee.ig: “¿Qué le puede aportar la Iglesia Católica como institución al mundo del día de hoy?

Primero hay que ver qué se entiende por Iglesia. Si la entiendo como una institución que está fuera de mí, viéndola como la jerarquía eclesiástica, todo lo que me llegue de la Iglesia, estará allá, lejos. Así, seré parte de la Iglesia si lo que veo me gusta y la dejaré de lado si es que no me gusta, como quien decide qué ropa comprarse. En cambio, si la entiendo como la comunidad de fieles que creen en Dios y juntos vamos caminando  en torno al credo de la Iglesia Católica, , me involucro en directa relación con Dios, mis hermanos y mi entorno. Entonces, siguiendo esta última acepción de la Iglesia, -y dejando de lado los cambios estructurales que podrían hacerse en materia de participación eclesial- el aporte que me puede dar la Iglesia, es el ir caminando junto a otras personas que creen en Dios, que me van mostrando su presencia en este mundo y me ayudan a sentirme parte de un proyecto donde yo no soy el centro, sino la vida que Dios nos regala todo el tiempo.

@c.vinales: “¿Qué es lo que te llama más la atención de Jesús?

Jesús es la persona que encarna lo que decía antes de la Iglesia. Él entendió que la vida no partía desde él, sino que podía abrirse de una forma particular a lo que le decía el padre, a Dios. Entonces va configurando su vida en base a la voluntad que va descubriendo de Dios en él mismo y en su contexto. Su modo de hacerlo, que es en contacto con los más vulnerables, que es en contacto consigo mismo y en la oración con él, ese modo de hacerlo es lo que me cautiva, lo que en todos los ejercicios rezo y contemplo. Y digo uff, quiero seguir ese modo de Jesús para descubrir más vida en mí y poder ofrecer más vida a los demás, que es lo que Dios hace con nosotros.

@smbenjamin21: “¿Cómo descubres que la vocación no anula tu afectividad?

Mentiría si dijera que hay una respuesta fácil en esto. Con todo, si yo entendiera la castidad como el que me extirpen una parte de mí, estaría entendiendo mal lo que es la vocación. La vocación implica seguir un llamado que te expande, no que te contrae. Hay una elección que uno toma y cuando elige deja otras cosas de lado. Pero la sexualidad, entendida como ese impulso y atracción hacia las demás personas, uno la sigue viviendo en las relaciones con los demás, eso no se acaba. De hecho, es fundamental para querer vincularse, para empatizar con los demás. La genitalidad es lo que se restringe con el celibato.,. Obvio que no es fácil tomar esa decisión. Sin embargo, eso no anula la afectividad. En mi caso, el tema de la comunidad, de los amigos y la familia sigue estando muy presente, son el lugar donde uno puede descansar y el desde dónde uno busca la vida que ofrece Dios. también para la búsqueda del contacto con las demás personas, con lo más humano e ir descubriendo el gozo con las demás personas, el placer de la vida en eso.

@maureenwalbaum: “¿Cómo descubriste tu vocación?

Fue a partir de una pelea con mi hermana. Una vez le dije que no quería que me vieran comiendo solo en el patio de la universidad y ella me dice “qué te importa que te vean comiendo solo en el patio”. Y esa pregunta me destruyó, porque me empecé a preguntar el por qué me importaba tanto algo así. Y ahí me empecé a cuestionar el por qué hacía las cosas que hacía, por qué vivía para lo que los demás piensan y entré en una gran crisis existencial. Ahí estaba lejos de la Iglesia todavía, pero esa pregunta fue la puerta para otras preguntas que apuntaban a qué quería hacer con mi vida y me hizo tomar un millón de decisiones que terminaron encaminándome hacia la Compañía, pasando en el camino por los Ejercicios Espirituales.

@migueljesussj: “¿Cómo ha sido el comienzo de tu nueva misión en Vocaciones?

Ufff, un comienzo lindo. Yo creo que el adjetivo que lo describe es desafiante porque implica ver cómo se comunica a ese Dios de la vida que he experimentado, que otras personas han experimentado. Y comunicarlo a los jóvenes hoy día, plantearlo como una pregunta válida, como una opción de plenitud en su vida , eso es un desafío. Comunicar que Dios me quiere contento, me quiere pleno, expansivo, entendiendo que esa vida hoy tiene unos códigos con un lenguaje que, tal vez, aleja. Entonces, el desafío está en cómo plantearlo. Yo tengo la certeza de que en la fuerza y vitalidad que se ve en las juventudes, hoy en día, hay un Dios pujando, emergiendo. Poder ir descubriéndolo juntos, es algo que me motiva fuertemente.

@ manu.a.f.c: “Por qué elegiste la Compañía de Jesús? ¿Pensaste en otra congregación?

Cuando llegó esta crisis existencial que comenté más arriba a partir de la pregunta de mi hermana, empiezo a tomar decisiones que apuntaban a una búsqueda de autenticidad. No lo relacionaba con la iglesia, pero sí el evangelio empezó a cobrar importancia. Se me hizo muy presente en ese minuto como un modo auténtico de estar con los demás. Se me había metido en la cabeza la idea de que si quería hacer el bien para otros y eso me hacía feliz a mí, por qué no hacerlo todo el tiempo. Empecé a descubrir que en el evangelio había pistas para eso. Empecé a ir a misa de a poco, porque no me hacía tanto sentido y alguien me dijo que fuera a Ejercicios Espirituales porque en la parada que yo estaba me iba a hacer muy bien, yo estaba con fuego. Entonces en los Ejercicios cuajaron las dos cosas. Esto que estaba descubriendo en mí que tenía que ver con lo social, con estar para los demás, descubrir sus intereses. Y, por otro lado, un modo particular de buscar y seguir a Dios, mediante las herramientas que daba la espiritualidad ignaciana. Entonces, conocí a los Ejercicios y fue la misma espiritualidad la que al profundizarla me hizo hacer el click con postular a la Compañía.

@g.renzo18: “Si tengo 14 años y quiero ser jesuita, cómo podría perseverar en este deseo, siguiendo la voluntad de Dios?

Tiempo al tiempo, primero que todo. La voluntad de Dios según los Ejercicios Espirituales, que son el fundamento de la espiritualidad ignaciana, plantean un recorrido en que uno va descubriendo que es lo que va diciendo Dios a través de las distintas mociones que uno tiene, donde se unen pensamientos, sentimientos. La confirmación de un discernimiento, que es lo que se hace en los Ejercicios, implica ir tomando una decisión a partir de esos movimientos internos. Y San Ignacio dice que esos movimientos al final de cada discernimiento tienen que confirmarse y la confirmación se da en un proceso, no es algo automático. Entonces para ti, que tienes 14 años, yo seguiría masticando la pregunta no tanto para ver si tengo que ser jesuita o no, sino que para ver dónde va reposando esto que me amplía a mí y me permite conectarme con los demás y con el mundo. Y cuando vaya siguiendo esas pistas veo cuál es el mejor camino. No anteponer el ser religioso y después ver cómo compruebo eso, es al revés.

@niroca: ¿Cuál fue la renuncia más grande de entrar a la Compañía?

Cuando entré la renuncia se vinculaba a con lo relativo al celibato. Era lo que se presentaba como tentación al comienzo del Noviciado. Al primer problema chiquitito, lo primero que se me venía a la cabeza era una chiquilla que me gustaba. Entonces, si pasaba algo malo yo me iba a ese paisaje idílico con esa chiquilla en que todo era perfecto. Eso apareció como una renuncia fuerte al comienzo, pero con el tiempo no es lo que me hace más falta porque esa afectividad la he ido encontrando mucho a nivel comunitario y mucho en lo apostólico, en el contacto con los demás y particularmente con los más pobres. El ir a tomar once, reír y llorar con la gente –siempre comiéndose algo- es algo que me mueve vocacionalmente con mucha fuerza. Es importante que la afectividad se vaya para ese lado. Y la sexualidad se ha ido por ese lado, de los afectos volcados a las personas y comunitariamente.

@louisg_1009: ¿Qué ha sido lo más difícil en tu vida como jesuita?

Lo más difícil hoy es cuando se anteponen ideas prefijadas a las vivencias del día a día. El vivir la vocación como una ideología me hace mucho daño a veces. Y lo digo como autocrítica. Cuando he pensado que ser jesuita obedece a tener tal o cual lucha, a seguir estas consignas u otras, y eso lo antepongo a lo que estoy viviendo en el día, a lo que Dios me va diciendo en el día a día, eso me termina encerrando en mí mismo, mirando el mundo como si fuera blanco o negro. Ser jesuita es precisamente estar abierto a lo que Dios te va poniendo delante, es discernir todo el tiempo, comunicarlo, cotejarlo con el cuerpo, con tus compañeros y seguir buscando juntos la voluntad de Dios

@jpsuas: ¿Qué mueve tu corazón?

La vida, la vida que ofrece Dios. Eso es lo que me tiene buscándolo todo el tiempo por medio de la Compañía de Jesús. La Compañía me da medios que a mí me han sido muy favorables en el discernimiento, me ha ayudado mucho para despejar las cosas que me tapan la vida e ir tratando de buscar por más vida, sabiendo que la vida se te regala. Yo puedo haberlo pasado muy bien en un asado con mis amigos, pero si yo replico exactamente el mismo asado nada asegura que lo pase bien de nuevo. Y así, entiendo que la vida es un regalo. Toda esa vida que se te regala y te deja el corazón como palpitante es lo que sigo buscando siempre, es mi criterio de búsqueda, es buscar esa consolación que te da Dios sabiendo que no depende de ti encontrarla. Lo que a mí me cabe, es poner los medios para ver cómo estoy buscando. En fin, hacer una pausa, comunicar lo que me pasa y elegir en base a esa vida que Dios va regalando.

@carolinayleticia: “¿Su vocación, alguna vez, le generó miedo o incertidumbre?
Sí, sin duda. La incertidumbre pasa tal vez porque esto es un camino no seguro, es una apuesta. Es vulnerable, entonces cuando tú sabes que el camino que tú eliges como vocación es vulnerable, que no depende de tus esfuerzos, eso te hace dudar, sobre todo en los momentos en que uno está desolado, como diría San Ignacio. El ser vulnerable molesta porque a uno le encantaría tener un seguro de vida o una receta mágica que solucione los problemas. Si no apostamos por nuestra vocación, sea cual sea, si no nos jugamos la vida en eso asumiendo que es vulnerable, terminamos en problemas, porque idealizamos la vida. La vida es lo que se nos ofrece, con lo que nos gusta y disgusta. Y la vocación no se trata sólo de tomar lo que nos gusta, sino, sobre todo, de saber seguir caminando a pesar del miedo y del desagrado.

@tonijua._ : “3 virtudes que debe tener un hombre cristiano” 

Uf, no soy amigo de catalogar las cosas, podría decir 10 o 1 dependiendo del minuto. Haremos el intento. Sin duda una virtud es ser agradecido porque ser agradecido te pone en la perspectiva de que las cosas te son dadas, que la vida misma se te es dada. Y no te pone a ti como el punto de partida. Otra gracia del cristiano tiene que ver con el humor. El buen humor ayuda a recibir las cosas que van llegando de una manera particular, es muy sano el buen humor, me imagino a un Jesús que tenía buen humor. Y no me refiero a que se haya estado riendo o contando chistes todo el tiempo, sino que es saber recibir bien las cosas, con amplitud de mirada. También está la paciencia, pero no en el sentido de tolerancia pasiva, sino más bien de saber padecer, porque la vida tiene mucho de saber padecer, de asumir que hay cosas que no nos gustan, que no entendemos por qué pasan. Pero un seguidor de Jesús, mirándolo a Él y mirándolo como él miraba al Padre, va aprendiendo cómo debe tomar la vida y que no todo está dicho, que siempre hay más posibilidades.

@manu.a.f.c: “¿Cuál es tu santo favorito de la Compañía? ¿Por qué?

Hay uno que hoy me atrae que se llama Claudio de la Colombiere que es el que se encuentra con Santa Margarita, monja que tenía revelaciones del Sagrado Corazón, por lo que todo el mundo la tomaba por loca. Entonces cuando llega este cura y le pregunta a la superiora del convento por Margarita, esta le responde algo tipo “no, es una monja loca que dice que escucha un corazón parlante por ahí”. Y Claudio en vez de quedarse con ese prejuicio, en vez de quedarse con esa imagen que todos compartían, le hace otra pregunta sobre cómo era ella en la casa. “Es la que más trabaja, la que más presente está para las demás”, le responde la superiora. Y es ese criterio lo que lleva a Claudio a acompañar sin juzgar esta cuestión que podría parecer medio mágica. Entonces esa pregunta es lo que admiro y me gusta mucho porque implica que no me quedo con esa primera impresión de considerarla una loca, sino que profundizo y puedo ver que hay algo más, algo que le permite estar más disponible y conectada para los demás. En el fondo, esa pregunta revela la apertura de un Dios que actúa más allá de mi modo de ver las cosas.

@manu.a.f.c: “¿Qué le preguntarías a San Ignacio si pudieras estar con él?

Puros cahuines, sin duda (risas). Que me cuente los problemas que tenía con Francisco Javier o con Bobadilla. Por un lado, esos cahuines. Y también le preguntaría por la unión de ánimos y las reglas para sentir con la Iglesia, que están en los ejercicios y constituciones de la Compañía. Cómo mantener viva la unión de ánimos entre nosotros para que nos sintamos cuerpo unos con otros, para que sintamos que la misión no es solo lo que Dios me va diciendo a mí, sino que es lo que Dios le va diciendo al cuerpo de la Compañía. Y también el sentirnos parte de la Iglesia, más allá de las diferencias, entendiendo que hay tantas personas que no conocemos pero que queremos seguir al Dios de Jesús. Es lo de los constructores de catedrales, que se demoraban 700 años en construirse. Uno ponía una piedra y no tenía idea de si iba a terminarse o no, pero uno la va poniendo igual en la confianza de que el trabajo va haciéndose con otros. Eso te saca del yo.