Cristián Viñales sj: «Se abre una oportunidad para dialogar los temas difíciles y aprender a vivir de un modo distinto»
El viernes pasado, Cristián Viñales sj asistió al programa «Puntos de vista» de Radio María, para conversar sobre la violencia que ha azotado a Chile tras el estallido social del 18 de octubre y para proyectar el rol que deberá jugar la Iglesia en las conversaciones que vendrán en el futuro cuando empiece a concretarse el camino hacia una nueva Constitución.
Aquí, algunas de las frases que dejó la conversación.
La cadena de la violencia: “Hablamos de la violencia de las manifestaciones, de los carabineros, pero esas son violencias segundas. Hay violencias primeras que son más difíciles de detectar. Están en las estructuras, que son políticas, socioeconómicas, culturales, es ahí donde está la causa y justamente por eso terminamos en un proceso constituyente. Para hacer un juicio moral de estas violencias segundas es súper importante, para achuntarle, hacer un juicio moral de las violencias primeras. Porque si no es injusto, no vamos a la raíz. Y esa es una de las grandes críticas que podemos hacernos, quedarnos pegados en las violencias segundas y terceras.
Los niños del Sename: “Hacemos un juicio respecto de la violencia de los niños, de estos niños que están en la calle. Se decía que en Valparaíso más de la mitad de los niños detenidos eran del Sename. Y de nuevo no nos damos cuenta de que la violencia no está en ese niño. La sociedad parió a ese niño, la sociedad está pariendo a estos sujetos. Son nuestros hijos. No podemos juzgar al hijo sin ver cómo se gesta ese sujeto”.
Embarazados de una sociedad nueva: “Quizás una clave espiritual es sentirnos embarazados de una sociedad nueva. Y en ese embarazo hay dolores de parto, hay contracciones, hay malestar, pero también hay mucha esperanza. Mucha esperanza que no desconoce los dolores. Muchas veces en la Iglesia somos súper buenos para los diagnósticos, decimos hay padre y madre ausente, y nos cuesta decir quién es el responsable de resolver esto. Nos cuesta más porque significa involucrarnos, hacernos cargo, jugárnosla, dar a luz juntos esta sociedad”.
Tejido social roto: “Es interesante, porque se ve roto, pero al mismo tiempo uno escucha a personas que dicen que no había podido hablar con sus vecinos y ahora se han organizado para las cacerolas, tienen grupo de WhatsApp, entonces se ha manifestado lo roto, pero se ha ido gestando algo”.
Los diálogos que vienen: “Vamos a empezar a tocar temas muy sensibles, que les tocarán el bolsillo a algunas personas, los valores a otras. Hay temas sensibles para nosotros los católicos y que se van a conversar en el proceso constituyente. Cuando hay conflicto, que lo habrá, hay que mirarlo con altura de miras, con responsabilidad, pero sin temor, el conflicto no es violencia, es posibilidad de acuerdos, de crecer. Y para eso el diálogo es fundamental. Por eso, los católicos y cada grupo social que represente valores, vamos a tener que sentarnos a conversar en un diálogo en que no hay condiciones”.
¿Por qué algunos se restan del diálogo?: “A veces nos da miedo escuchar que hay otro que vive de otra manera, que se valida de otra manera, y que piensa una sociedad mejor con valores distintos y es feliz. Los católicos tenemos que posicionarnos desde Jesús, Jesucristo es nuestro cimiento. Y desde ahí empezar a conversar. Pero vamos a tener diálogos que nos van a aterrar porque nos van a movilizar mucho en cosas que para nosotros son fundamentales, pero tenemos que tener la humildad suficiente para entender que somos un actor más de la sociedad, que no tenemos el monopolio de la verdad, porque la verdad para nosotros es una persona y esa persona se va abriendo paso por la sociedad, Jesús.
Temas difíciles para la Iglesia: “Vamos a tener que conversar los temas difíciles y aprender a vivir de un modo distinto. Saldrá el tema de la vida del que está por nacer, saldrá el tema de la sexualidad y el matrimonio. Va a salir el tema de la excepción de impuestos que tenemos la instituciones religiosas y así suma y sigue. Pero hay que estar ahí para conversar. La sociedad nos regala la oportunidad de ser humildes, renunciar a privilegios, de dialogar, de entrar en distintos recovecos de la sociedad en que decíamos ‘ahí no entro’, ‘con eso no se dialoga’ y ahora vemos que quizás Jesús si entraría en esa realidad”.
Discernimiento: “Nosotros tenemos una herramienta que el Papa ha resaltado muchísimo, el discernimiento: ver juzgar y actuar. No podemos permitir que nadie monopolice nuestra conciencia, nuestro hacer. Hay que ver, juzgar y actuar Y de esa manera habrá personas que van a representar nuestros valores y también es nuestra responsabilidad que levanten esos valores. Pero valores que entren en diálogo, no ser avasalladores ni tampoco estáticos. Es una oportunidad preciosa”.
Acompañamiento de la Iglesia: A la vida religiosa, a los sacerdotes, nos toca estar en un lugar mucho más secundario, no protagonizando. Porque hoy es el tiempo de las comunidades. No me gusta decir que es el tiempo de los laicos, porque es el tiempo de todos. Durante todo este tiempo, la asistencia social del país está llevada fundamentalmente por la Iglesia. Donde no llega el estado, donde no llega la prensa, donde no hay fama… ahí está la iglesia. Y me gustaría que esos católicos, laicos, religiosos, religiosas, fueran asambleístas, portavoces en la AC. A pesar de los crímenes cometidos por miembros de la iglesia, que es lo que más se ve, la iglesia sigue estando en silencio en los lugares donde más se necesita.
El comienzo del diálogo “Hay un filósofo, pedagogo brasileño, Pablo Freire, y dice que son los oprimidos los que tienen la oportunidad de redimir al opresor. Ellos son quienes tienen el sartén por el mango y eso es muy del evangelio, finalmente son las víctimas de la historia quienes tienen la posibilidad de perdonar y ayudar a la sociedad a seguir adelante. Y el diálogo, si no parte desde ellos, es muy complejo. Y no lo digo como endosando la responsabilidad, además de ser víctimas, todo lo contrario, sino que justamente porque ellos son las víctimas no puedo sentarme y decir “ya ahora que yo quiero dialoguemos”. La Iglesia tiene que estar ahí ofreciendo esta capacidad de decir nosotros nos equivocamos, estamos dispuestos a enmendar, pero hay algo muy lindo de la reconciliación que tiene que ver con la posibilidad que tengan las víctimas de la historia, después del tiempo que necesiten, decir ‘ok, construyamos juntos una sociedad nueva’”.