DiásporaSJ: Roma – Gonzalo Silva SJ

Acompaña a Gonzalo Silva SJ, y descubre desde su experiencia un poco más de la Iglesia Romana a través de esta nueva DiasporaSJ.

 

Vengo de celebrar el funeral del miembro más anciano de nuestra comunidad: 102 años. Su “país” ya no existe; nació en el Imperio AustroHúngaro (Innsbruck, actual Austria), pero por los enredos de la época entró a la Compañía en la Provincia Croata. La misa se celebró en rito bizantino eslavo al cual pertenecía. El más joven de la casa -un maestrillo de 25 años- trataba de ayudar (el rito es difícil). Sube al primer puesto en ancianidad un padre que cumple 100 años el próximo septiembre, y que fue asesor personal de Pío XII, Pablo VI y Juan XXIII. Entre el menor y el más anciano hay 57 jesuitas, nacidos en todas las décadas del siglo pasado y pertenecientes a 31 provincias.

 

Queríamos al P. Pichler. Hasta el último día comió con todos en el comedor. Se reía, gritaba que quería más postre y se enojaba con el enfermero que luchaba por enchufarle las medicinas. Se perdía un poco solo al final de sus días. Partía en el primer plato hablando en italiano, se pasaba al croata en el segundo y dejaba para el postre el ruso o el alemán. Si hubiera podido seguir con el café y el bajativo, todavía le quedaban lenguas por usar. Lo queríamos, aunque cantase en la capilla el Aleluya o el Regina Coeli durante la Cuaresma, o aunque gritara los goles de la Juve contra la Roma. Nos encantábamos oyendo los relatos que siendo muy niño escuchaba de su padre, combatiente en la Primera Guerra Mundial: ¡épico! Hombre libre, decía y hacía lo que pensaba, y en esto prefería equivocarse a callar. Vivía feliz, perseverante y fiel a su consagración en la Compañía de Jesús, a la que conoció muy bien, por ambos lados de las Constituciones: en lo claro y en lo opaco. Amaba a la Compañía real, catálogo vivo y uniforme en la diversidad, y ¡qué diversidad!

 

Nuestra comunidad contiene una enfermería con ahora 19 ancianos. Forman parte, además, otros 41 que sirven a la iglesia universal en diversos sectores de la Santa Sede. Otros ayudamos a la marcha de la comunidad, en la curia jesuita, en la universidad… Creemos que se da entre nosotros aquello que san Ignacio llama en las Constituciones la “unión de los ánimos”.

 

En nuestra casa se vive en estos días con nerviosismo y perplejidad, al mismo tiempo que con esperanza e ilusión frente a los cambios y reformas que, con mayor, menor o ningún éxito se intentan consolidar desde Roma para la iglesia universal. Muchos consideramos que éste es un tiempo rico en incertezas… las necesitábamos. Comprobamos que los moldes cerrados y pesados revientan como fruto de un aggiornamento conciliar trabado. La causa: una preocupación excesiva por las cáscaras más que por los frutos fecundos de una iglesia evangelizada. Pero, como somos todos jesuitas, hay más de una opinión al respecto. Lo valioso es que las echamos al ruedo, casi siempre intentando no faltar a la caridad. Vemos que este modo de caminar comunitario es un desafío que vale la pena enfrentar si queremos ser un cuerpo apostólico unido en la diversidad.

 

Me pidieron que cuente algo de mi experiencia desde la diáspora. Lo mostrado es una gota tomada de un torrente de hechos y circunstancias que vivimos a diario en la comunidad. Hay mucho más, lo que seguramente daría para otras muchas páginas.

 

(DiásporaSJ Nro. 43 – mayo 2017)