DiásporaSJ: San Miguel – Miguel Pedreros SJ

Desde Argentina, Miguel Pedreros SJ nos relata cómo han sido sus días y su trabajo con el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), sintiéndose parte «del corazón del mundo».

Hace un par de semanas tuve el agrado de ser invitado a dar una conferencia al Ministerio de Justicia. Se trataba de un seminario de formación interna para funcionarios. Unos amigos de la UBA lo dirigen y me invitaron a hablar sobre derecho y pena en las comunidades indígenas. La idea era hacer una reflexión jurídico-política sobre el tema, sumando un aporte desde la fe y mi experiencia como religioso.

Algunos participantes trabajaban en temas de DD.HH. ante la Corte Interamericana, lo que hizo el encuentro bastante fructífero.
Con el SJM hace como un mes tuvimos la suerte de participar en una reunión con el Cónsul de Paraguay en uno de los barrios donde trabajamos. Los vecinos nos invitaron y pudimos hablar y plantear inquietudes ante el Cónsul. Hicimos un contacto más directo con la municipalidad de José C. Paz (localidad donde está ubicado el barrio, que limita con San Miguel) con intenciones de trabajar juntos. También nos llamaron desde uno de los sindicatos de profesores más grandes de Buenos Aires, para ver cómo introducir el tema migratorio en los colegios y en la política, con miras a las próximas elecciones. Aún no concretamos nada, pero que nos hayan llamado es un signo importante.

Además, echamos a andar el proyecto que hace años mantiene el SJM en los colegios de San Miguel. Son 9 colegios este año, la mayoría parroquiales de la Compañía. Hay también un par de ellos privados. Se trabaja con los quintos años de secundaria y con los profesores de geografía, que introducen el tema de la migración en la unidad de “geografía argentina”. La idea es que, a través de entrevistas personales, los muchachos tengan contacto con las complejas historias de vida de los migrantes, para así fomentar la inclusión, la fraternidad y la diversidad.

Poder participar de la vida académica en la UBA en temas sociales y políticos, colaborar en el barrio con el Movimiento Evita (un movimiento político popular bastante grande en el país), entrar en un mínimo contacto con la CTEP (Central de Trabajadores de la Economía Popular, que agrupa a los trabajadores informales y proyecto-productivos en la villas), rezar con la gente y acompañar la espiritualidad de comunidades como la paraguaya y la boliviana, han sido regalos hermosos en este tiempo… gracias de Dios que me permiten sentirme en el corazón del mundo, aun en espacios muy secularizados, que valoran mi presencia como religioso.

Es el último tramo de un tiempo hermoso en Argentina, lleno de amor y gracia, del que siempre estaré agradecido. Un tiempo donde Dios ha sabido guiarme, para ponerme en los lugares donde mayor bien pude hacer.