«Jóvenes: gastemos la vida», por Iñigo Pando

¿Qué mueve hoy a los jóvenes? ¿Por qué dedicar parte de tu verano a actividades apostólicas y de crecimiento espiritual?

Este joven de 18 años nos responde esas y otras preguntas con su testimonio y reflexión tras haber participado como asesor del Campamento de Formación de CVX secundaria.

Mi nombre es Iñigo Pando y soy ex alumno recién egresado del colegio San Ignacio El Bosque. Hace un par de años, cuando iba a campamentos de CVX en segundo medio, mis razones eran distintas a las que me motivan a asistir hoy en día. Claro, iban amigos y nos decían que realmente era bueno ir ya que nos acercaríamos a Dios, compartiríamos con gente de menos recursos y lo pasaríamos bien con los demás participantes de la experiencia.

Y sí, todo eso era real. Uno lograba una conexión con ese Dios de amor del que te hablan, pero lo hacía de una manera tan cotidiana que la pasabas por alto en el día a día, viendo lejano ese encuentro. En ese compartir con gente que si no fuera por esta experiencia quizás nunca veríamos. Como la señora Alicia, a quien conocí en los Trabajos de Invierno de mi Colegio. Recuerdo nítidamente su rostro. También una historia que nos contó a mi cuadrilla el último día en la que hablaba sobre la muerte de su hija. El poder compartir el dolor que sintió ella fue potente, único y muy bonito.

Al final, como dirían otros, esto de servir se vuelve un placer. Porque recuerdo con tanta alegría a aquella gente que me miró con esperanza al llegar a clavar un clavo a su casa o a forrar una pared, que ya no puedo olvidarla y me siento invitado a subirla a este tren que es la vida y que por desgracia las ha dejado abajo.

Y ahora que la gran mayoría de mis amigos con los que empecé a ir a estos campamentos ya no van sigue quedando esa alegría de ver rostros parecidos, de seguir oyendo nombres que te hacen crecer como persona y de poder darle un verdadero sentido a la vida. Además, siempre queda uno que otro amigo con el que te topas en campamento para poder seguir creciendo y viviendo experiencias juntos.

Pero no son solamente las experiencias de servicio las únicas que me han hecho sentir así de pleno. También he tenido otras, como encuentro de terceros, en que debatimos sobre políticos con compañeros de generación de distintos colegios. También Ejercicios Espirituales, en que uno pasa días en completo silencio. De ambas formas se puede conocer al otro y conocerse a sí mismo mucho mejor a través de esta forma, disponiéndonos mucho mejor hacia los otros.

Algo tan simple como nos cuentan cuando chicos, que al ser tan simple se vuelve un arma de doble filo, ya que lo miramos en menos, pero esconde una complejidad en su simpleza. Finalmente, es a lo que estamos invitados. Como jóvenes, estamos invitados a gastar la vida, a poner el amor como el motor de nuestras vidas. Con una simple sonrisa, una elección de carrera, con un “gracias” en el día a día. Y a contagiar este amor, este rostro de Dios, a ser un fuego que enciende otros fuegos.

Iñigo Pando
18 años