Manifiesto de Vocación: Germán Méndez SJ

Al pensar en mi infancia, veo a mi familia materna, pienso en mis primas hermanas que tienen mi misma edad. Porque con mi familia siempre fuimos achoclonados. Pienso mucho en mi abuelo, que era la persona que nos unía entre todos, pasábamos todos los veranos juntos.

Mi colegio me marcó por el valor de la amistad, creo que eso es importante porque así empecé a ver qué era lo que me gustaba, y me inculcó el vincularme con otros, me gustaban mucho las actividades apostólicas, las misiones, las salidas a terreno, etc.

Mi pregunta vocacional surgió en la universidad. Me di cuenta que mi carrera era un medio y no un fin. En tercero de psicología hacía actividades formativas y conocí los barrios populares. Eso me empezó a cuestionar, porque me sentía útil en esos lugares. Finalmente lo extraprogramático me empezó a llenar más que la propia universidad.

Cuando me fui al noviciado regalé todo. Dejé en mi pieza sólo lo que me iba a llevar, regalé mis cosas, hasta la plata, cerré mi cuenta del banco. Quise hacerlo para que de verdad sintiera que esto era por convicción y no había un plan b esperando.

El mes de Ejercicios Espirituales en el noviciado es súper clave. Creo que nunca antes en mi vida había ganado tanta hondura y honestidad conmigo mismo. Pese a las conversaciones que uno puede tener a corazón abierto con alguien cercano, creo que no hay alguna experiencia que se parezca a los Ejercicios.

Una de mis pastorales paralelas es acompañar parejas. He casado más de 120 matrimonios en 4 años, es algo que me ha gustado mucho. El ser buena noticia para otro desde el Ministerio, siento que es una experiencia muy bonita. Le dedico harto tiempo, con cada pareja me reúno 3 veces mínimo. Es muy lindo poder acoger personas siendo Iglesia.

Veo muchas películas, me gusta el cine. En general veo lo que se me cruce por delante, y me encanta el cine internacional, que no sea necesariamente de Hollywood. Los jesuitas vemos muchas películas juntos en los veranos, pero me gusta mucho ir al cine solo también, en el Juniorado iba a El Biógrafo cuando quería.

Me encantaba ver las óperas en el Teatro Municipal, yo era de los pocos que usaba las entradas que nos daba la Compañía en el Juniorado.

Cuando estaba discerniendo leí “Solo y a Pie”, que es una lectura densa y hay que tener mucha voluntad e ímpetu para leerla. Pero a mi me encantó, la leí súper consolado.

El fútbol es una buena oportunidad para detenerse y encontrarse con gente. Me gusta harto el deporte, y ahora último lo he hecho harto, junto a la CVX y a los funcionarios del colegio, creo que es un tiempo para distenderse en las tardes.

Me gusta cantar. Más en solitario que para la gente, soy algo pudoroso en ese sentido. Pero siento que cantar me sirve espiritualmente, y leer cómo me siento. Incluso ha sido un buen instrumento apostólico, creo que la música conecta a las personas.

Me hice cruzado por ir al estadio con dos amigos del colegio. Mi papá no era futbolero, entonces mis amigos me adoptaron y me adentraron en ese mundo. No soy tan fanático como ellos pero me gustaba mucho ir al estadio. Quiero a ese equipo porque me trae buenos recuerdos de cuando era chico.

Creo que la vida siempre es con otros. Si no fuera por otros, la fe no tendría mucho sentido. Dios se manifiesta en el otro. Seas laico o religioso, vivas en pareja o no, la vida creo que tiene que ser compartida, tiene que existir una relación con otros.